Diciembre 2024
Delhi es también su pasado. Entre jardines, columnas y cúpulas, cada rincón recuerda que esta ciudad ha sido muchas veces el centro de un imperio. Es un choque constante: mercados y mezquitas, lujo y polvo, templos milenarios junto a edificios nuevos. Una ciudad que cambia a cada esquina, pero siempre mantiene su ritmo propio.
Entre el tráfico, los puestos de especias, los templos dorados y los colores de los mercados, Delhi deja mil recuerdos imposibles de ordenar. Una ciudad que se vive con todos los sentidos. De noche, Delhi no descansa. Los puestos de comida siguen abiertos, los tuk-tuks aún corren y las luces tiñen las avenidas de un amarillo cálido. Caminar entre ese bullicio es como entrar en otra dimensión del día.
El Bahá’í Lotus Temple fue una de las visitas más especiales. Su arquitectura es hipnótica: pétalos blancos que parecen flotar sobre el agua. Formas suaves, reflejos, simetrías. Cada rincón del edificio es una composición perfecta. Un lugar que invita a respirar y quedarse quieto un momento.
Cerca del río se encuentra Majnu ka Tila, el barrio tibetano de Delhi, una muestra de la mezcla de culturas que hay en esta ciudad. Pequeñas tiendas, templos y cafés donde la vida transcurre sin prisa. Las campanas suenan por todas partes, y el aire huele a incienso y té.